Los japoneses tienen una larga tradición de técnicas extremadamente delicadas y simbólicas. ‘Ikebana’ (o flor viviente) es el nombre que dieron al arte del arreglo floral, ‘Origami’ al de crear figuras de papel plegado (originalmente chino, pero perfeccionado en Japón). Cuando transformaron en arte el envolver cosas en pañuelos para transportarlas o regalarlas lo llamaron ‘Furoshiki’.
Dicen que el furoshiki nace en los baños públicos japoneses, que era usado por los asistentes para guardar sus pertenencias. A través de los siglos se convirtió en una manera de demostrar auténtica consideración al momento de regalar; dentro ese uso se fue refinando y los textiles usados para envolver regalos podían llegar a ser más valiosos que el contenido. Muchas familias los guardaban como tesoros para ocasiones realmente especiales.
En Japón ya entienden el potencial ecológico de esta tradición y la promueven a través de campañas públicas. Nosotros desde CDS te invitamos a probarla esta navidad, a crear estos envoltorios con residuos textiles caseros (camisas y vestidos que ya no tienen vuelta, por ejemplo), en familia (como se pintaban los huevos de pascua hace unas décadas), y a evitar el uso de envoltorios desechables.
Ten en cuenta que, aunque se vea como mejor opción que el plástico, la producción de papel también requiere recursos y energía, y que en temporadas como las fiestas se ve drásticamente sobreexigida.
¿Te animas a intentar esta alternativa?